Ing. Amb. José Luis Ibarra Montoya.
Articulo realizado para la Revista Multiplica # 62 de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción Jalisco, con el tema de Sustentabilidad. Misma que fue publicada en Mayo del 2011.
Los bosques son ecosistemas terrestres, ocupan
aproximadamente el 30% de la superficie del planeta. A esta importancia
espacial se añade su enorme valor en términos de biodiversidad. Los ecosistemas
forestales se estima albergan al menos 75% de las especies continentales y una
parte importante de la biomasa terrestre. Por su extensión, los bosques maduros
desempeñan funciones ambientales de gran importancia a distintas escalas, desde
la local a la global. Los bosques son además hábitat y fuente de subsistencia
de cientos de millones de personas, especialmente en los países menos
desarrollados.
Fotografía 1. Bosque de Pino-Encino en San Andrés,
Cohamiata, Jalisco. Se puede observar la gran cantidad de madera que genera un
bosque maduro. Fuente. SAP, Servicios Ambientales Profesionales S. C. 2010.
La relación de la sociedad con el bosque y su apreciación ha
sufrido modificaciones a lo largo de la historia, siendo además muy variada
entre las distintas culturas. Durante milenios, la evolución de las sociedades
agrarias fue aumentando progresivamente la presión sobre el bosque,
aprovechándolo como principal fuente de combustible y material de construcción,
además de alimentos, medicinas y otros productos. A pesar de esta presión y de
la pérdida de espacio forestal, en general el mundo rural “pre-industrial”
mantuvo una estrecha relación con el bosque como parte de un modelo integrado
agrosilvopastoral.
La revolución industrial, con su enorme demanda de materias
primas, sienta las bases para un proceso paulatino de diversificación de
servicios del bosque que alcanza su clímax con la globalización mercantil
generada después de la segunda guerra mundial. La visión integrada y
multifuncional del bosque da paso a una visión segregada, que valoriza sólo
cierta producción económica (madera) y contempla al bosque como un proveedor de
recursos que permitan una industrialización y desarrollo.
Fotografía 2. Panorámica desde el Mirador de Huejuquilla,
Jalisco, que muestra el cambio en el uso de suelo, y el valor paisajístico.
Fuente. SAP, Servicios Ambientales Profesionales S. C. 2010.
El cambio en la percepción del valor total de los bosques y
como deben ser utilizados está marcado por una concienciación creciente sobre
la importancia de los servicios ambientales y por propuestas para captar parte
de este valor a fin de reducir la deforestación. La evaluación económica de los
servicios ambientales se ha centrado en cuatro bloques fundamentales:
biodiversidad, fijación de carbono, ciclo hidrogeológico y educación/ocio. La
conservación de la biodiversidad y la función protectora de suelos y cuencas
hidrográficas son los servicios reconocidos desde hace más tiempo, existiendo
figuras específicas de protección forestal asociadas a espacios naturales
protegidos para estos fines. De hecho, los primeros espacios protegidos suelen estar
vinculados a bosques maduros de gran valor escénico y de alta biodiversidad.
Los servicios de ocio y educación se han ido incorporando paulatinamente a las
funciones ya reconocidas en áreas protegidas a medida que ha ido aumentando la
conciencia ambiental de la sociedad. El valor del bosque como fijador y
almacenador de carbono es sobradamente conocido, aunque su conceptualización
como un servidor ambiental solo ha aparecido cuando la el aumento de CO2
y el cambio climático han empujado a la firma de acuerdos internacionales y a
la ejecución de políticas tendentes a reducir dichas emisiones.
La evaluación de los servicios ambientales que ofrecen los
bosques conlleva una serie de dificultades y limitaciones, derivadas de poner
un precio a la naturaleza, y que entroncan con algunos de los problemas más
antiguos de la economía. Junto al problema de la ausencia de mercados, el
establecimiento de una clara relación casual que vincule el bosque a un
determinado servicio es una de las limitaciones señaladas habitualmente. Esta
dificultad es particularmente acusada en el caso de las funciones hidrológicas
y climáticas, donde hay fuertes discrepancias de apreciación. Así, aunque la
relación de la cubierta forestal con la calidad de agua y el control de erosión
está generalmente reconocida, su relación con la disponibilidad de agua y el
control de inundaciones está sujeta a interpretaciones variadas. Igualmente, el
papel de los bosques y plantaciones como depósito de carbono que contribuya a
disminuir el calentamiento global puede verse en parte contrarrestado por la
capacidad de absorción de radiación, especialmente en latitudes altas. No
obstante, las incertidumbres sobre estimaciones globales no deberían impedir la
apreciación local de su contribución. Una primera conclusión es la necesidad de
evaluar estos servicios ajustándolos a las condiciones concretas de cada
zona.
Fotografía 3. Bosque de Encino en la Sierra Huichola, norte
de Jalisco. Se observa la heterogeneidad ambiental que genera una gran
diversidad tanto de flora como de fauna. Fuente. SAP, Servicios Ambientales
Profesionales S. C. 2010.
Actualmente los bosques en nuestro país presentan una tasa
alta de pérdida de cobertura vegetal. Entre las causas directas más importantes
de esta deforestación figuran la conversión del bosque a la agricultura y a la
cría de ganado, la urbanización y la construcción de carreteras, la actividad
de las empresas madereras, la minería, la construcción de oleoductos y
gasoductos, los incendios y la construcción de grandes represas hidroeléctricas.
Por lo anterior, las empresas constructoras encargadas de la
generación de estos proyectos alrededor de los bosques, tienen que tomar en
cuenta varios factores. Desafortunadamente en México, no existe una guía que
ayude a las empresas constructoras a visualizar los servicios ambientales que
ofrece el bosque, por lo que a continuación se escribe de forma breve, algunos
de los puntos a considerar si se va a construir: i) realizar un análisis
geográfico para conocer la regionalización del sitio, el cual
identifica zonas de importancia como Áreas Naturales Protegidas, Regiones
Terrestres Prioritarias, Regiones Marinas Prioritarias, Áreas de Importancia
para la Conservación de Aves, etc;
ii) en un contexto de biodiversidad, es importante considerar el estado de
conservación que guarda el sitio del proyecto, a través de estudios previos que
diagnostiquen la estructura de comunidades tanto de flora como de fauna; iii)
tener conocimiento de las políticas ambientales federales, estatales y
municipales; iv) conocer de la infraestructura de residuos, es decir, las
facilidades para almacenar, trasladar y/o contratar el adecuado manejo de los
residuos derivados del proyecto; y v) tener las cualidades constructivas,
operativas y de mantenimiento que permitan mimetizar las actividades con la
dinámica ecológica del lugar.
Es evidente que se necesita de un
enfoque multidisciplinario de distintas areas del conocimiento que involucran a
biologos, ingenieros civiles y ambientales, geógrafos, químicos, geólogos,
abogados, urbanistas, arquitectos, etc.
Considerar los puntos anteriores
permite disminuir los impactos negativos hacia los servicios ambientales del
bosque, así como ahorrar recursos, impedir clausuras temporales o totales y,
quizá lo más relevante, evitar multas y conservar el valor agregado que tiene
la naturaleza en todos los procesos constructivos, con lo que se ayudaría a
forjar una conciencia amigable con nuestros ecosistemas.
Fotografía 4. Panorámica del río Tuxpan
de Bolaños, en el norte de Jalisco. Se visualiza parte de la cuenca
hidrográfica, muy importante considerarla en la construcción. Fuente. SAP,
Servicios Ambientales Profesionales S. C. 2010.
Ing. Amb. José Luis Ibarra Montoya.
SAP Servicios Ambientales Profesionales S. C.
jibarra@ecologia.unam.mx
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