Normatividad ambiental para las edificaciones.
Dr. Arq. Adolfo Gómez Amador
Cuerpo académico: Arquitectura y medio ambiente.
Universidad de Colima.
La normatividad ambiental en la
edificación responde a un proceso de formalización de conductas, las acciones
de responsabilidad ambiental de los arquitectos hace unos 25 años eran actos de
conciencia y compromiso, a partir de hace unos 8 años dejan de ser acciones
individuales y aisladas para formar parte de redes y esquemas de validación y
se convierten en actos de conveniencia, en un futuro no remoto la
responsabilidad ante el medio ambiente será obligación y se atendrá a
mecanismos de coerción. Así, respecto al medio ambiente, la edificación ha
evolucionado de la conciencia a la conveniencia, hasta la coerción.
Lo que en 1980 era una actitud
ética individual, avanzó hacia acciones de carácter colectivo, a través de
normas y estándares, ya en muchos países estos principios han alcanzado la
categoría de sistema legal, con carácter de obligación social. Dados los
compromisos asumidos por México en diversos protocolos ambientales
internacionales, la agenda normativa ambiental para las edificaciones en el
país ha cobrado relevancia.
Con frecuencia se asocia la
actividad normativa como exclusiva de una legislatura, sin embargo diversos
aspectos de la gestión de la norma resultan mucho más inmediatos a nuestra
práctica. La norma es un precepto jurídico de cualquier naturaleza, un marco
que ordena las relaciones en un entono social, la ley en cambio es un precepto
dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en
consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados.
Las reglas se establecen por imposición
de criterios, como en el caso de la legislación, por acuerdo de conveniencias o
convención, por formalización de costumbres o por jurisprudencia a partir de
los precedentes legales, o incluso por compilación de normas como es el caso de
los códigos en una materia.
La regulación tiene un carácter
diverso. En el aspecto general las leyes tienen una jerarquía
y las normas y estándares gozan de autarquía, en lo particular la estructura de
las leyes obedece a un alcance regional o sectorial. Las normas no tienen una estructura que
delimite su aplicación. Respecto a la naturaleza de las regulaciones las leyes
tienen un carácter obligatorio: su cumplimiento no implica beneficio, pero su incumplimiento
implica sanción. Las normas y estándares tienen un carácter voluntario: su cumplimiento
implica beneficio y su incumplimiento no implica sanción.
La actividad de normalización
presenta algunos problemas: se tiene que definir qué es lo normal, establecer qué
diferencias se deben suprimir, qué esferas o alcances se pueden estandarizar, plantear cómo establecer las divisiones, si a
partir de la geografía física o la humana. Normalizar el diseño no es simple. El diseño
implica una serie de decisiones que impactan en el tiempo y en el espacio. Diseñar conlleva una responsabilidad social
que no puede estar exenta de controles legales y debe sujetarse a los resultados de evaluación de experiencias
previas. En tal sentido la experiencia de normalización se ha dado a partir de
lineamientos, directrices, criterios, instrucciones y guías para el diseño.
Estas pautas para el diseño se
pueden definir de la siguiente manera: Criterios: Ideas que pueden ser
tomadas en cuenta por el ejecutante de la obra. Principios: Premisas o valores
que inspiran una decisión del diseñador. Lineamientos: Patrones para la acción
y la toma de decisiones del arquitecto. Directrices: Conjuntos de elementos de
referencia para la ejecución del proyecto. Instrucciones: Conjuntos de reglas o
advertencias para los involucrados en el proyecto arquitectónico. Guías: Tratados en que se dan preceptos para
encaminar o dirigir las decisiones del proyectista. Recomendaciones: Conjunto
de sugerencias a alguien para que haga lo que haría él mismo. Estándares: Elementos
que sirven como tipo, modelo, norma, patrón o referencia, espacialmente para la
prueba y selección de materiales.
Si las pautas son resultado de
la experiencia, su interpretación debe considerar que es
generalizable de una experiencia y como se evalúa. Las guías por lo general
tratan de sistematizar las experiencias y van por las dos vías: del caso al
fenómeno y del fenómeno al caso. El diseño sustentable es aquel
que minimiza el impacto ambiental en el tiempo y en el espacio sin sacrificar
las condiciones de vida de los habitantes. El diseño sustentable garantiza las
condiciones de habitabilidad y garantiza un buen desempeño ambiental.
Si en el horizonte mexicano ya
aparece la edificación sustentable como obligación legal entonces su condición debe ser
demostrable, en este sentido ya existen diversos mecanismos con carácter
voluntario para comprobar este hecho, desde la autoevaluación hasta
la certificación. Es importante definir el propósito de la evaluación. Si en
con fines promocionales, para obtener privilegios, como es el caso de la
hipoteca verde, para propiciar la mejoría de práctica o por una conducta ética.
Cada propósito puede tener un
mecanismo diferente pero como de costumbre nuestro país llega con retraso a la
actualización de las normas o leyes y con frecuencia se retoman e imponen
acríticamente prácticas y experiencias de otros contextos y condiciones. En
este sentido, aunque existan sistemas de evaluación más próximos a nuestra
realidad, LEED: el modelo de certificación ambiental de edificios de la US Green Buiding Council, es el que está
por imponerse. Pero si los edificadores bioclimáticos del centro se encuentran
temerosos de la imposición del modelo norteamericano. Los diseñadores
bioclimáticos del resto del país, estamos igualmente temerosos de la imposición
centralista de criterios pues en las diversas normas relacionadas con el ahorro
de energía se considera que lo que es bueno para la ciudad de México es bueno
para el resto del país. Como la NOM-008-ENER y en el proyecto de norma
NOM-020-ENER en las que el principal criterio para evaluar el desempeño de las
envolventes arquitectónicas es su propiedad de resistencia como si todo el país
tuviera
condiciones de clima extremoso o, en el mejor de los casos, templada que
propicia el aislamiento como estrategia para hacer eficiente el uso de aire
acondicionado cuando la realidad es que ni lo requieren todas las condiciones
climáticas, ni se puede costear por parte de los habitantes de las viviendas de
interés social.
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