Articulo Publicado en la Revista Multiplica.( numero 64 )
Tema de la Revista: Infraestructura Educativa.
Arq. Carlos Iram Sànchez Angulo.
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PROTOTIPOS ESCOLARES
Arq. Carlos Iram Sanchez Angulo
cisa@sanchezangulo.com
“La calidad de la educación empieza con la dignidad del
espacio”
Sergio Fajardo
Solo los arquitectos irresponsables se preocupan
únicamente de la arquitectura”
Leonardo Benevolo
El termino prototipo tiene al menos dos acepciones. La primera se refiere
a “el molde o modelo a repetir” para
lograr una producción en serie y, por lo tanto, económica. Esta es la noción
que se adoptó en México desde los años 60 en el caso de la construcción de las
escuelas. En ese tiempo el CAPFCE
desarrolló el prototipo del “Aula –Casa rural”, proyecto que fue concebido para
resolver los problemas de falta de infraestructura en las comunidades rurales y
que resultó ser una solución muy exitosa.
Se diseñó de manera que su implementación no requiriera ni herramienta
ni mano de obra especializada. Hubo ese tipo de escuelas con muros de tabique,
de adobe, de piedra brasa, de bajereque; con cubiertas de bóveda de ladrillo o
de palma. El resultado fue: edificios en los que se combinaban las ventajas de
la industrialización y la producción en serie con los materiales propios del
lugar y la mano de obra casi artesanal de los propios usuarios.
Este hecho contribuyó a popularizar el modelo del CAPFCE en las comunidades rurales –para las que estaba expresamente diseñado–; fue tal su éxito que pronto traspasó el ámbito rural (un hecho por demás desafortunado para la construcción de escuelas urbanas).
Este hecho contribuyó a popularizar el modelo del CAPFCE en las comunidades rurales –para las que estaba expresamente diseñado–; fue tal su éxito que pronto traspasó el ámbito rural (un hecho por demás desafortunado para la construcción de escuelas urbanas).
Indiscutiblemente, la industrialización y la producción en serie son signos de modernidad; pero la estandarización no lo es necesariamente. Incluso en las actuales escuelas la orientación es estándar y ya conocemos bien el resultado: los edificios son introvertidos y siempre ajenos a su contexto; son edificios en los que se pasó por alto la relación arquitectura-usuario y en los que, aparentemente, se pretendió que el simple hecho de construir resolviera los problemas. Ese modelo se agotó porque el prototipo generó repetición y anuló la imaginación.
Sostiene Benevolo que “solo hay una forma de sacar una enseñanza provechosa del pasado: preguntarse qué cosas han cambiado, no en los contenidos sino en la propia noción de arquitectura y en sus límites respecto a las otras actividades humanas “ (1)
La
segunda acepción del término prototipo es
más rica, compleja y útil pues refiere
a un “ejemplar más perfecto y modelo de una virtud o cualidad”, es decir, un
ejemplo a seguir, un parámetro a alcanzar. Desde esta acepción es oportuno
preguntarse ¿qué educación queremos?, ¿qué
tipo de espacios físicos requieren las escuelas? Ésta será la guía para definir
un prototipo arquitectónico de escuela, concibiendo a ésta como un conjunto
espacial integral y no solo como un “módulo que hay que sembrar”. Se plantea entonces
que el aula no es el único espacio para educar o aprender; también se educa y el
ser humano aprende en los patios, bajo los árboles, en los espacios abiertos
con diseño espacial, en los juegos infantiles, en las canchas deportivas, en el
huerto escolar, en la tiendita. Se busca entonces que el edificio en sí mismo
“eduque”, empezando por su ubicación en la comunidad; que “haga ciudad” proyectándose como referente urbano que aporta a la
comunidad espacios de encuentro; que cuente con plazoletas y canchas deportivas utilizables
por los alumnos en horario de clases y por la comunidad fuera de los horarios
escolares; que su pequeña biblioteca sea
abierta a los alumnos pero también a los habitantes del barrio; que sus
libros y películas se presten a todos y todas; que los equipos de computo del
área escolar ofrezcan conexión de acceso libre a internet en una especie de
cyberplazas equipadas con mobiliario urbano. Existen muchas zonas en las ciudades
y pueblos donde no tienen espacios deportivos ni culturales; es en ellas donde
las escuelas podrían brindar a su
comunidad ese importante servicio, al tiempo que ellas podrían recibir de parte
de sus respectivos municipios el mantenimiento de las áreas verdes, deportivas
y “publicas”.
Cada escuela podría incluir un proyecto de arbolado (plantados y cuidados
por los mismos alumnos), aplicación de ecotécnias básicas mediante las que los
propios alumnos aprenderían conceptos aplicados de la biología, la física etc.,
así como del cuidado del medio ambiente y la economía familiar
Al relacionar lo anterior no me olvido
que existen espacios elementales que se
usan en las escuelas, como las aulas en sí, talleres, laboratorios,
biblioteca, plaza cívica , sanitarios, tienda escolar, dirección, etc. La
idea es que se ponga atención a
las relaciones espaciales entre estos elementos y el conjunto arquitectónico, que
en los espacios residuales entre los
módulos de aulas y talleres se generen, diseñen y equipen lugares para el
encuentro, la lectura, la expresión, el descanso; que se consideren los aspectos de cada región
climática, las orientaciones , los vientos dominantes, el aprovechamiento de
aguas pluviales, etc. con respuestas de arquitectura bioclimática -materiales,
geometría de la cubiertas, alturas de techos, ventilación cruzada, parasoles,
vegetación caducifolia o perenefolia-; que la imagen y equipamiento de las
escuelas genere un impacto positivo en la ciudad. Buscando que el diseño y la construcción de cada escuela,
en sí mismas, se conviertan en un elemento educativo más.
Hay
que ser optimistas para lograr cambiar las cosas para bien. La inteligencia
murmura: esto nunca va a funcionar. Pero el colectivo urbano tiene que
contestar: podría funcionar. En cualquier caso, hay que intentarlo. Es
demasiado fácil huir y abandonar. Sólo
el cínico total, o los que carecen de fe, dejarían de intentarlo.
Pete
Hamill
NUMERALIA
“El año oficial de primaria en México es de 200 días de clase al año, pero el
promedio real termina cerca de los 180
días, igual que en Estados Unidos, pero 25 por ciento menos que Japón y Corea. Solo que el día
escolar mexicano es de cuatro horas y media, mientras
que la escuela del Bronx
estudiada por Gladwel, los niños entran a las siete y media de la mañana
, permanecen en clase hasta las cinco de
la tarde y algunos se quedan en clubes
de tarea o en equipos deportivos hasta las siete de la tarde” (2)
Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda. Regreso al futuro
SANCHEZ ANGULO
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